lunes, 21 de diciembre de 2009

Mother

Sentada en el sofá, la mirada fija en la chimenea, con el alma fascinada por el fulgor del fuego, por la llama inmortal que resplandece desafiante.
Las llamas adoptan figuras, y ella entretenida asiste a la función que se representa.
Tímidamente se dibuja la silueta de una niña rubia con dos coletas, correteando despreocupada por el jardín.
Esa niña es ella...y durante unos minutos pasa de llama en llama, por los momentos mas significativos de su infancia.
El calor que emana de la chimenea, le recuerda al abrazo de su madre por las noches antes de dormir.
El primer diente de leche caído, el dinero hallado debajo de la almohada, la función representada sobre las tablas del salón de actos del colegio...y entre el público, su madre.
Una mujer hermosa de cabello negro azabache, ojos inmensos y sonrisa deslumbrante.
Su madre era la mujer mas guapa del mundo.

El fuego se vuelve violento, y desafía su encierro..la adolescencia es el siguiente eslabón de la cadena de su vida.
Ahora se dibuja la silueta de una mujer de 16 años, dejando atrás a la niña que fue y adoptando la figura voluptuosa y prominente de su madre.
Fue la envidia de sus compañeras, el objeto de deseo de los chicos de la clase. Y su madre siempre presente, aconsejandola, tapando sus deslices al padre y con sus brazos eternos ofreciéndole cobijo ante el mundo entero.
Agarrada a su cintura lloró su primer desengaño, y sus palabras de aliento y su ternura infinita fueron las anclas a las que agarrarse para no naufragar.

El fuego comienza a debilitarse, y entre sus llamas se dibuja la silueta de una mujer mayor en la primera fila de la iglesia, asistiendo a una boda...a su boda.
Cuánto lloro su madre aquella tarde en la que ella dijo sí.
Luego vino un niño y después otro y la madre se convirtió en abuela.
Y repartió la ternura que antes sólo era para ella, en tres partes iguales.

El fuego poco a poco se apaga... dibujandose débilmente el cuerpo de su madre, vencida por los años y la enfermedad, sonriendo, quizás una de las últimas imágenes que guarda de ella, antes de que se fuese para siempre.

Un niño corretea por el salón, a los pies de una anciana que mira absorta la chimenea sin fuego, porque en esta época en que la familia se reune, la palabra madre reluce con mayúsculas, es virtud y alegría en quien la tiene cerca y es recuerdo infinito de quien ya la perdió.





No hay comentarios:

Publicar un comentario