domingo, 20 de diciembre de 2009

Happy Moments.

Recorro andando la distancia que separa mi cuerpo de mi casa. Camuflado entre una manifestación de bufandas y abrigos.
Las luces son señales navideñas, y cuelgan de las ventanas sucedáneos de Papa Noel en apuros.
El verbo corre veloz de boca a oído, y las conversaciones giran en torno a regalos y comida.
Las manos heladas en los bolsillos, y mi mente perdida entre acordes de la canción, que susurra Norah Jones en mis oídos.
Cierro la puerta de entrada a mi edificio, y tecleo un numero en el ascensor.
Fantaseo con la idea de que este cubículo, sea en realidad un portal a otra dimensión y que al salir de su vientre salte a un mundo paralelo.
Pero no, el ascensor escupe mi cuerpo a los pies de la puerta de mi casa, y saco las llaves.
Entro y enciendo la calefacción, sellando por hoy la boca del infierno frío.
Pongo música en el reproductor, y me quito lentamente las capas de ropa.
Desnudo, saludo a mi yo primario al otro lado del espejo, y abro la mampara.
Giro el grifo de agua caliente y recibo una primera descarga todavía tibia, que desemboca en una tormenta eléctrica que recorre mi espina dorsal.
Pero poco a poco el calor se va apoderando del espacio, y me hallo mecido por nubes de vapor.
El agua resbala por la espalda, y destapa las caricias de ayer, y aparecen por arte de magia todos los besos que me diste, resbalando por mi cuello, labio a labio.
Y mientras abandono mi cuerpo y mi alma a ese momento, descubro que la felicidad acude a mi llamada en esta noche de invierno...

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