sábado, 17 de abril de 2010

Darkness.

Apoya las manos.
En el espejo.
Su nariz toca el límite.
Del otro lado.
Su otra imagen.
Separadas por el infinito.
El tiempo se coloca a ambos lados del espejo.
A su lado, el tiempo es pesado.
Sus brazos están anclados.
A la oscuridad de la sombra.
Porque a veces el alma encoje.
Y su sombra ensancha.
La vida se cierra.
En torno a ella.
Los limites se bifurcan.
Y de lo poco que le queda, elige mal.
Y se enroca en miedo.
Que es como vivir sin consuelo.
Y su cara es un alma corrompida.
Viendo pasar los trenes de la vida.
El monstruo acecha.
Cercando la brecha.
Entre dos mundos.
Tan profundos.
Tan eternos.
Su átomo de luz.
Lucha contra eras de oscuridad.
Infancias, leyendas, antiguas alianzas.
Besos de fábula.
Para una princesa en horas bajas.
Y llora.
Sin lágrimas.
Mientras se agrieta el espejo.
Se distorsiona la nada.

Del otro lado.
Su imagen danza.
Los objetos vuelan.
Y cada negación se transforma en estrella.
De un horizonte poblado de sueños.
Bordados entre los brazos.
De una niña que cumple etapas.
Entre barcos de papel.
Naves cercanas.
Ilustres hermanas.
Viviendo acorde.
Con su consorte.
Que es su alma intacta.
De sueños.
De miradas al mundo.
Desde sus horizontes profundos.

El monstruo acecha.
Controlando el espacio.
Impidiendo el abrazo.
De Alicia.
Con su otro lado.

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