El viento no pide permiso.
Ocupando los espacios vacíos.
Vuela una bolsa de plástico.
Saluda un hombre simpático.
Un perro ladra.
A dos fantasmas.
Que sólo ve él.
O quizás yo también.
El sol se filtra por las esquinas.
De cada alambrada sin vida.
Y condena a la luz.
A la oscuridad encendida.
Que se alimenta de almas perdidas.
Sin almohada.
Sin dueño.
Sin rumbo de sueños.
Despierta la ciudad.
Destapando horizontes.
Nuevos labios.
Nuevos nombres.
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