sábado, 27 de febrero de 2010

El problema de los Magos I

Es difícil ser mago hoy día.
Este es un relato de un mago de ciudad.
Es difícil que comentemos algo de su aspecto físico.
Ya que le gusta cambiar de cara y de nombre.
De sueño, y de cuento, esquivando la realidad.
Este mago sin nombre( nombre tiene, pero no nos lo quiso decir).
Es enemigo de los relojes.
El tiempo para él, es una incomodidad.
Por eso lo detiene y lo altera.
De cualquier manera.
Disputando galones al labio efímero.
Al horizonte repetido.
De la humanidad.
La música es su lenguaje.
Su verbo, su estilo, su nido.
Porque los conjuros se crean.
Desde la música.
Desde los acordes del alma.
Que brotan, para maquillar.
El azote de realidad.
El mago de ciudad es un ser ermitaño.
Incomunicado del mundo adulto.
Un mundo poblado de gente.
Que se empeña en no mirar.
En no vivir, en no soñar.
Mas allá de sus zapatos.
Encerrados en su mundo de cristal.
Por eso el, sólo se comunica con los niños.
Que lo identifican, y sonríen.
Ante los trucos sin chistera.
Los juegos sin mas bandera.
Que la magia.
De unos ojos que son historias.
De unas manos que son estrellas.
Los niños siempre aprecian ese fulgor.
Por eso lloran.
Cuando no hay mas razón que una canción.
Para irse a dormir.
Ellos quieren magia.
Quieren báculo que detenga.
A todas las criaturas despiertas.
Debajo de la cama, detrás de las sábanas.
Para el mago de ciudad, son muy importante los sueños.
Digamos que son su brújula.
Sus herramientas celestes.
Para encontrar a sus semejantes.
Por eso una noche se puso a soñar.
Con la esperanza de hallar.
Alguien con quien hablar.
El idioma antiguo.
El idioma de los unicornios y dragones.
De los centauros y las hadas.
Y fue precisamente un hada.
Quién respondió a la llamada.
De este mago de ciudad.

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