Tu alma prendía de las ramas.
El sol acariciaba sus alas.
Era un festejo.
El árbol aplaudía su alegría.
De palmas al viento.
De poemas inquietos.
Y tu cuerpo lejos.
Era una huella de luna.
Un vestigio de la noche.
Un poema cerrado.
Una belleza abierta.
Pero cuerpo y verso.
No se pueden separar.
Sin metáforas al aire.
Sin amor que derramar.
Y el alma va a tu encuentro.
Cabalgando sobre el viento.
El cuerpo y el verso unidos por el pincel de unos labios que dibujan el alma desterrada...
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