sábado, 8 de mayo de 2010

El flechador del sol.



Siempre creyó.
Aún cuando la duda.
Sembró la tierra.
Los corazones de los hombres.
Privando de dones.
Castigando los corazones.

Un incendio consumió.
Cada casa, cada rincón.
La mañana era una procesión.
De niños descalzos.
De padres desolados.
De horizontes cerrados.

El flechador del sol.
Pudo ser cualquiera.
Que no quisiera.
Aceptar la verdad macabra.
De la muerte que habla.
El idioma de la nada.
Que priva de almohadas.
Los sueños semillas.
Que son aliento de vida.

Sin caballo.
Con el torso desnudo.
Dirige su mirada de águila.
Al horizonte vespertino.
Sin hacer ruido.

Nueve flechas.
Para un destino.

Y corre.
Por sus venas.
Cada rostro.
De su gente.

Sin presente.

Aprieta los dientes.
Cuando cara a cara se encuentra con el sol.
Y a su alrededor.
Una tierra sin nombre.
Con las carnes abiertas.
De fertilidad desierta.
Castigada.
Por el yugo del rayo.
Señor que hace esclavos.

Cuando sin calma.
Resalta su lado mas salvaje.
Su locura de astro.
Su naturaleza de hombre.

Sonríe.
Y desata sus brazos.
Golpeando el regazo.
Del hombre.
Que recibe el impacto.

Quema.
El corazón responde.
Invocando cada nombre.
Cada deseo.
Se tensan los músculos.

Un arco.
Es el barco.
En que navegan los sueños.
Que abren las puertas.

Vuela.
La primera flecha.
Derecha.
Al corazón del sol.
Que siente el dolor.
De quien nunca se arrodilló.
Plantando cara al gigante.
Desde su menudo talante.

Y después de cinco flechas.
El sol se desgastó.
Vomitando su dolor.
Por las montañas.
Por el mar.
Sin encontrar el lugar.
Donde guarecerse.
Preso de su naturaleza inmensa.
Siempre expuesta.

Sintiendo el ocaso.
Desde todos sus lados.
Derramando su hermosura.
Su adiós.
Su amargura.

Y murió lentamente.
Con las ultimas flechas.
Clavadas en la frente.
De manos del valiente.

Que no quiso aceptar.
La palabra imposible.
Encontrando un nuevo hogar.
Desde el que poder soñar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario