jueves, 13 de mayo de 2010

Fuego.

Discurren las horas.
Planean entre los rincones del cielo.
Empujando al sol.
Que oscila entre montañas.
Abierto a cualquier hazaña.
Del hombre que soy yo.

Y yo sin rencor le digo al sol.
Que prefiero la luna.
Que mi refugio es la noche.
Dando rienda a mi derroche.
De fuego.
Apuntando lejos.

Porque mi alma se escapa.
De mi cuerpo.
Cuando a mi verso.
Le da por abrir cerrojos.

De tu calma.
De tu entorno.
De tus modos.
De tu melena.
De tus fronteras.
De mis cadenas.
Que tensadas gritan.
Lo que mis palmas sueñan.

Y mis palmas sueñan con tu cuerpo.
De fuego edificado.
Poderoso elemento.
Síntesis del deseo.
Acumulado.
De mi boca.
Que desgarra tu ropa.

Y en un instante en que la tierra se abre.
Y no se asoma ni el sol.
Yo no pido perdón.
Por quemarme.
En tu sangre.
Por latir en tu cuerpo.
Por negar la razón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario