lunes, 1 de febrero de 2010

Duende

Existe.
La sientes dentro.
Es una descarga.
Que se desata.
Sin avisar.
Te pilla en mitad de una letra.
En una voz.
De aquella canción que llega.
Hasta ti.
Y te provoca.
Te libera.
Te enamora.
Te suelta el alma.
Sientes un click.
Ahí.
Al ladito del corazón.
Y se va propagando esa energía.
Cabalgando su leyenda por la piel.
Sube hasta tus ojos.
Y los inunda de mares.
De estrellas, de versos que sentir.
Hoy fue una canción.
Mañana un óleo.
Pasado la emoción.
De besarte en la boca.
Sin mas explicación.
Llamémosle duende o pellizco.
O el alma del arte.
De enamorarte.
Bienvenida sea siempre.
Esta sensación.

1 comentario:

  1. Duende, pellizco.
    Marcianitos entre las palabras, alas de vidrio.
    Campanas de los árboles.
    Esferas blancas.
    Silencios musicales.
    Ruidos de latas.
    Mantas de océanos.
    Mantas de sueños.
    Sol de noche, faro de luciérnagas.
    Luna amarilla.
    Charco blanco.
    Besos de fuego.
    Piel de madera.
    Incendio.
    Flechas que silban.
    Necesidad de los ojos.
    Necesidad de la sombra.
    Voluntad extraña.
    Extraños conocidos desde las palabras.
    Estanques de peces.
    Voces desde la arena.
    Gargantas abiertas a la canción final,
    Premonitoria.
    Hadas del sueño.
    Fantasma de tu cama.

    Cortinas de verdes.
    Perfumados retazos del alma que provocas.

    No me llames, no me busques, no me nombres.

    Espíritu antiguo.

    Desde la oscuridad de mi cueva te imploro.
    Aleja tus ojos.

    Despertar es doloroso.

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