sábado, 13 de marzo de 2010

Elderly man.

Sus ojos enfocan el papel en blanco.
En la mesa, un puñado de libros apilados.
Gruesos volúmenes.
Antiguas ediciones.
Moja en tinta la pluma.
Y escribe el primer verso.
Las metáforas acuden al rescate.
Del vacío de su mente.
Late la vida despacio.
A través de las arrugas del anciano.
Sancho se quedó en el camino.
Y afronta el final sin escudero.
Sin el amor de dulcinea.
Sin caballero.
Sólo existe el recuerdo.
De otra vida, de otro cuento.
Atravesado por los años.
Resiste obstinado.
El envite calculado.
De la modernidad.
Apaga las luces.
Y enciende las velas.
Que siempre fueron mas bellas.
Y se pierde.
En un punto distante.
De este mundo menguante.
Donde no se siente dueño.
Del argumento.
Y se encierra en vida.
Se apaga en verso.
Negándose a hacerse converso.

"Se volvió a quedar dormido el Abuelo."
Grita el niño a la madre.
Mientras en un rincón.
De la mesa del Salón.
Un viejo duerme.
Con un bolígrafo en la mano.
Y un periódico desplegado.

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