domingo, 7 de marzo de 2010

La vuelta del Oso Blanco.

La cueva.
Es otro mundo.
Aparte.
Allí no hay combate.
Ni cielo.
Ni mares.
Ni soles.
Ni amores.
Que estallen.
En colores.
Allí sólo hay oscuridad.
Es una gran responsabilidad.
Ir al abismo.
Al encierro voluntario.
De la luz.
De la vida.
Y bajar al averno.
Siempre eterno.
Sin mensajes de apoyo.
Sólo puede hacerlo él.
El oso blanco.
Con su pelaje de nube.
Sus ojos azules.
Enfrenta la oscuridad.
Del mundo.
Y del alma.
De la tierra.
Sin antifaz.
Al averno se le combate.
Desde el sueño.
Por eso sueña.
Las esperanzas del mundo.
Brindando otra oportunidad.
A los que mutilados.
Cayeron arrodillados.
Ante la amenaza de la soledad.
Su corazón es valiente.
Porque es consciente.
Que si duerme mas de la cuenta.
Jamás volverá.
La esperanza del mundo.
De la humanidad.
Esta vez tardo mas de la cuenta.
Y las Hadas, los Miskios y los Magos.
Lloraban la pérdida.
Mirando a ambos lados.
El viento traía llanto.
Traía espanto.
De muerte.
De herida abierta.
En Haití.
En Chile.
De hermanos y hermanas que se van.
Sin admirar la magia volar.
De la vida.
Del despertar.
Apoyados en los arboles.
Cientos de criaturas esperaban.
Lo que nunca llegaba.
Pero la magia vuelve.
Siempre vuelve.
La vida después de la muerte.
Apoyado en la entrada de la cueva.
Estaba el oso blanco.
Dos lágrimas resbalaban.
Mientras todas las criaturas se frotaban.
Los ojos para poder admirar.
Su vuelta.
La vuelta del oso blanco.
Con el saco lleno de sueños.
Grandes, medianos y pequeños.
Vendajes de versos.
Para los labios inmensos.
De la humanidad.

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