lunes, 15 de marzo de 2010

Hijo de luna.

El muchacho se prepara.
Para la escalada.
Un carcaj, tres flechas.
Su tez es de color marfil.
Sus ojos dos zafiros.
Enfoca el horizonte sin dudas.
Hijo de luna.
No soporta ver a su madre.
Llorar cada duda.
De horizonte distante.
De soledad aguda.
Su destino el sol.
Sin ningún temor.
En su corazón.
Nombra una a una.
Todas las nubes.
Y escoje.
Vuela.
Alto.
Mientras tanto.
Revive cada canto.
De luna.
Cuando la última nota.
Escapa de su voz.
Enfrente el sol.
Apunta.
Su flecha de hielo.
Sin mas consuelo.
Que el matar al dolor.
De su corazón.
El sol acepta.
El castigo.
Y abre de par en par sus latidos.
Tanto libera.
Que la música suena.
Desde sus rayos.
De sol.
Es una canción desde el corazón.
De la luz.
Del dolor.
Del amor.
Del deseo del sol.
Por su amante.
Distante.
La luna.
El muchacho baja el arco.
Mientras dos lágrimas brotan.
De su derrota.
Es tan profunda la herida del sol.
Como la de la luna.
Y el no puede silenciar ninguna.
Por eso se arroja desnudo.
Al mar.
Para nacer de nuevo.

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