miércoles, 3 de marzo de 2010

Problemas de Magos V, VI

Como ustedes sabrán, yo soy el narrador.
El puente.
La bisagra.
Entre el mago.
El pobre mago que resulta que ahora es espíritu.
Y la hadita traviesa.
Ayer hablé con él.
No hubo carta, ni búho mensajero.
Vino él.
Sólo.
Bueno yo no lo vi.
Mas bien lo sentí.
Pero sus palabras rodaron.
Por el piso.
Y como cada cosa que cuenta es una aventura.
Se esfumó la madrugada.
Que era humo de su pipa.
( Yo sólo veía el humo).
Y nos vino al encuentro la mañana.
Por eso perdonenme las faltas de ortografía.
Si las hubiera o hubiese, no es problema mío.
Es de la falta de sueño.
O de cómo Morfeo, se quedó con una silla vacía anoche.
Sin noticias de mis pestañas.
Esta mañana.
Las perdí todas anoche.
Mientras atónito escuchaba.
De cómo el hada.
Influyó en el cambio del Mago gris.
A mago fantasma.
Sin mas preámbulo, os dejo con las palabras del mago.
O cómo las recuerdo yo.

Un saludo a todos, público distinguido.
Cómplices de la locura.
Testigos de esta aventura.
De esta historia de magia.
Que surge desde los versos.
Inmensos.
De un hada.

Relato de un fantasma.

Cáspita.
Recorcholis.
Demonios.
Demonios.
Y mas demonios.
Soy un mago y no me gustan los espejos.
Por eso esta mañana al despertar.
Me crucé sin mirar.
Con mi otro reflejo.
Mas mago que yo.
Que me saca la lengua.
Y me enseña tres ases.
De la baraja, que desaparece en mi mano.
Tras un golpe de báculo.
De él.
El otro mago.
Que si no fuera porque es clavadito a mi.
Diría que es un Fiaco.
Le llamé Versero.
Vomitando las letras por entero.
Y me fui a la ventana.
Observando la calle.
Me detuve en los charcos.
Que por si alguien no sabía.
No son charcos.
Son portales.
Ascensores abiertos.
Hacia otras partes.
Otros mundos.
Otros cuentos.
Tan distantes.
Tan eternos.
Desde aquí.
Y encontré, sin buscarlo al hada.
O su imagen.
Escoltada por dos Fiacos.
Tomando Mate.
Y tocando algo parecido a un piano.
Con un golpe de báculo.
Amplié las orillas del charco.
Para ver la imagen mejor.
Llamé a tres Búhos.
Con un silbido.
Y mientras uno se posaba en mi hombro.
Los otros dos se situaban a los lados del charco.
Les pregunté por el piano.
Y me contestaron, que no era piano.
Que era un ordenador.
Que era algo así como un comunicador.
De almas distantes.
Sin cuerpos presentes.
Seguí indagando y junto al piano.
Vi un artilugio de los mas extraño.
Con una lucecita verde parpadeando.
Se apreciaba una palabra.
Ajusté mis ojos a su contorno.
Pero, en ese preciso momento, cayeron tres gotas.
Y lo que era router.
Se convirtió en rooter, pero no fue por mi culpa.
Fue culpa de una gota.
Aquella mañana resultaba de lo mas divertida.
Un mago y tres búhos, jugando a las escondidas.
Expiando a la Hadita y sus Fiacos.
Pero todo cambió en un instante.
Cuando me asomé a los hombros del Hada.
Y vi lo que ella dibujaba.
No era poema.
Era una cascada.
Un remolino de viento.
Una daga de sentimiento.
Que golpeo mi consciencia.
De repente me sentí volar.
Sin conjuros.
Sin mas verdad.
Que la poesía.
Poco a poco fui ganando.
Versos.
Y perdiendo cuerpo.
En el goce repetido.
De leer un poema extendido.
Mi magia no era suficiente.
Ante tal arsenal.
Y así es como me convertí.
En Fantasma.
De mis tres búhos.
Dos se convirtieron en endecasílabos.
Y el otro restante.
Que en ese instante.
No miraba.
Pudo escapar.
E ir a llamar.
A los monos parlantes.
Hasta este lugar.
Pero esa es otra historia.
Otra locura que contar......

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