martes, 16 de marzo de 2010

Smoker.

Son las 23:00 de la noche.
Descorcha una botella de vino.
Copa a copa.
Borra las derrotas.
Del día.
De este día.
Tan igual, tan cotidiano.
En ausencia de debates.
De labios que le aten.
A la vida que no vive.
Y se derrama en la mesa del salón.
Una hora.
Dos.
Ladra alguien desde el televisor.
Las estanterías lloran la desidia.
Del descorche de sueños sin medida.
En ese momento.
En que el amor es un borrón.
Un trapo húmedo.
Un beso sin sabor.
El vino sabe a sangre.
De labios que no besa.
De versos sumergidos.
En el vapor del suicidio.
De horizonte repetido.
Enciende un cigarro.
Haciendo la señal de la cruz.
Es la última luz.
Que le queda.
Hasta mañana.

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