jueves, 11 de marzo de 2010

My dust.

Conozco mis manos.
Mis cinco dedos.
Mi forma de coger el bolígrafo.
Para escribir.
Desde mi mundo de mi.

Conozco mi pelo.
Territorio cambiante.
Desde unos años a este instante.

Conozco mi universo.
Que son mis ojos.
Tan cercanos.
Tan remotos.

Conozco mi boca.
De grietas poblada.
De palabras cerradas.
Que nunca llegaron a salir.
Desde aquí.

Conozco mi cuerpo.
Cada recoveco.
Cada carretera.
Cada memoria.
Cada pedazo de historia.

Pero si miro para adentro.
Y me adentro en el desierto.
Allí hay muchas fronteras minadas.
Que no toco.
Que no evoco.
Desde mi alma cubierta.
Desde mis heridas abiertas.
Son territorios peligrosos.
Enormes, hermosos.
Allí no valen las armaduras.
Tampoco la excusa de la locura.
Son cielos sin techo.
Reflejos eternos.
Instantes que mi alma olvidó.
Para poder seguir viviendo.
Para poder seguir soñando.
Y vuelo por encima.
No muy cerca.
Tampoco muy lejos.
Que la leyenda de Icaro.
Es la primera lección.
Para no arrimarse al sol.
De mi corazón.
No quiero pararme.
No quiero quemarme.
Quiero vivir.
Sin mirar atrás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario